divendres, d’abril 23, 2010

Villarejo y el fascismo

Soy funcionario de prisiones y secretario provincial del colectivo Manos Limpias, la organización que ha arrastrado al presunto prevaricador y corrupto juez Garzón ante los tribunales, algo de lo que me enorgullezco.

La cuestión es que llevo muchos años luchando en defensa del respeto a los derechos humanos en las cárceles catalanas y hasta hace poco me tomaba en serio al Sr. Jiménez Villarejo, pero sus últimas declaraciones, donde me insulta por el simple hecho de pertenecer a un sindicato, acusaciones vertidas encima desde la sede de otro sindicato, me han indignado.

Por si fuera poco, he descubierto que el señor Villarejo fue nombrado fiscal, es decir, abogado del Estado, en plena época franquista, un dato que no acredita excesiva autoridad moral en materia de derechos humanos.


El Sr. Villarejo está ahora defendiendo con uñas y dientes a un juez que en 1998 se negó a procesar a Santiago Carrillo amparándose en la ley de amnistía de 1978, pero considera que esta ley no es válida para todos, sino sólo para exonerar a los criminales de izquierdas. El Sr. Garzón imputó a Pinochet, pero no ha movido ni un dedo para perseguir a los responsables de la muerte de 100 millones de personas, en países como Rusia y China, a manos de las autoridades comunistas, a pesar de que estos genocidios son mucho más recientes que las comprensibles represalias de Franco contra el criminal bando estalinista en la Guerra Civil Española.

Además, no se puede calificar de “víctimas del franquismo” a todas las personas que Franco juzgó y condenó, porque muchas de ellas eran torturadores, ladrones y asesinos de las chekas o (como Companys) responsables políticos de la persecución, maltrato y exterminio de quienes los frentepopulistas consideraban “fascistas”.

Villarejo reedita el lenguaje criminal de los estalinistas y busca como sede para lanzar sus improperios el local de UGT, una de las organizaciones que en 1936-1939 regentaban las cámaras de tortura donde murieron miles de ciudadanos inocentes. Una central que, en Cataluña, se “enorgullece”, sin enrojecer de vergüenza, de su sección de prisiones, cuyos dirigentes han defendido a funcionarios penitenciarios condenados por malos tratos incluso después de conocer la sentencia. Un pseudo sindicato corporativista que se opuso con todas sus fuerzas a que se investigaran las torturas masivas de Quatre Camins del 1 de mayo de 2004, que condecoró a carceleros sancionados por maltrato, que hace causa común con Mossos d’Esquadra condenados por torturas, etcétera. En suma, el Sr. Villarejo sólo se “enciende” –y hasta el delirio- con los abusos de la derecha, pero ignora y hasta convalida olímpicamente los de la izquierda, todo ello, quizá, para hacernos olvidar su pasado franquista perfectamente documentado.

Esta doble vara de medir es incompatible con el respeto a los derechos humanos y le convierte a él, y no a nosotros, que denunciamos el crimen sin mirar de reojo quién es el criminal y quién la víctima, en “instrumento” de corruptos, torturadores y asesinos, ya sean de un bando, ya del otro.

Jaume Farrerons
23 de abril del 2010