divendres, de setembre 11, 2009

Nacionalistas catalanes: miedo a eyacular

El nacionalismo catalán está en crisis. Aunque la gran masa de sus seguidores no sea demasiado consciente de ello, los dirigentes políticos de la impostura separatista sí lo son. ¿En qué consiste esta crisis? Pues, simplemente, en el agotamiento del modelo pujolista, consistente en aplazar para el futuro una independencia mítica, un paraíso por venir pero instalado siempre en el horizonte y, mientras tanto, ir chupando del bote. Sus propias palabras les exigen pasar a la acción o desaparecer, pero los políticos, acostumbrados a la buena vidorra institucional, saben que esto puede ser muy, muy duro, y no se acaban de aclarar, por decirlo suavemente.
 
De un lado, quieren asegurarse en propiedad el utópico valor "independencia futura" que les da de comer, de otro, tildan de irresponsable extremista a quien parezca tomarse en serio esta palabra. El caso Carretero es muy claro. El partido más inclinado a representar el papel de desmelenado en toda esta comedia patriótica pseudo catalanista ha desgustado ya las administraciones y conoce las mieles de la poltrona. ERC siente pavor de sí misma y por eso pacta con el PSC: es una forma de ir alargando el pujolismo, deliciosa travesía del desierto, con la excusa de que, ante todo, son un partido de izquierdas y no quieren revolcarse en la cama con los derechistas de Convergència i Unió. Falso, ERC es también un partido de derechas y, además, de la peor especie.
 
Por su parte, Artur Mas (más de lo mismo) invita una y otra vez a ERC a cuadrar la ecuación ERC+CiU=Cat, pero esto sólo significa para muchos recuperar el poder y el tren de vida que caracterizó su larga etapa clásica de chuponaje (Catalanisme i Progrés). Otro sector de CiU, los soberanistas, quieren representar la farsa del rasgamiento de vestiduras (ens roben!) en competencia con ERC y son conscientes de que si se alían con el partido de Carod-Rovira y Puigcercós ya no tendrán excusas: la propia lógica del estar obligado a demostrar que ellos son más nacionalistas que ERC escapará tarde o temprano a su control. Temen hacer el ridículo -síndrome de octubre del 34- y que la bicoca se acabe de forma definitiva tras un desastre descomunal harto presumible.
 
El abismo se abre ante ellos. Sienten angustia. Cuando reclaman la independencia, saben que es un farol, están aterrorizados. Cobardes.
 
El caso de Duran Lleida es ridículo: este oportunista donde los haya un día antójase independentista y al siguiente sueña con ostentar cartera de ministro en Madrid. Sólo piensa en su culo y en su carrerita personal. Poder. El sillón y la secretaria (!ay, la secretaria!) es lo que más le motiva en la vida. Así, si en su entorno alguien habla de independencia, lo tacha de radical, pero horas más tarde pronuncia un discurso bajo una estelada, ignominioso símbolo del comunismo de Terra Lliure. Duran i Lleida es la expresión pura y dura del catalanismo cobarde, mentiroso, corrupto y criminal que corroe por dentro esta comunidad autónoma. Cara duran.

Finalmente, está el factor vasco. Los nacionalistas catalanes se habían acostumbrado a que el nacionalismo euskaldún ejerciera de partida de la porra en el anhelado proyecto de destruir España. Por cierto que los catalanistas, si pudieran, desmontarían el país de una tacada. Pero lo que más temen es tener que verter su preciosa sangre de parásitos oligárquicos por la patria que tanto dicen amar y que en realidad no representa otra cosa que su modus vivendi.
 
Eran en efecto los vascos, tan brutos ellos, quienes tenían que derramar la sangre propia y de otros, mientras aquí se jugaba a la moderación y al farisaico gradualismo. Pero en el nacionalismo euskalherríaco la crisis es todavía más profunda que en el catalán. La descomposición política de la izquierda abertzale ha dejado el relevo en manos de los burgueses del PNV; éstos, empero, después de extorsionar durante años con el secesionista Plan Ibarretxe, han demostrado que sólo eran otro buñuelo de viento. España no debe temer nada frente a semejante caterva de vividores. Con cuatro milicias patrióticas y el cabo los derrotaríamos, nosotros, que no tenemos miedo a morir por nuestras ideas.

Los nacionalistas catalanes están, pues, solos con su "heroísmo" del soldat català, un heroísmo del que, empero, carecen totalmente. Prisioneros de sus contorsiones, saben que deben avanzar hacia la independencia y que, si la quieren, han de dar ya el paso al frente, pero no se sienten capaces, les tiemblan las piernas. El montillismo es la expresión de esta extrema putrefacción de la narración histórico-ideológica que, como un coito, iba del catalanismo (penetración) al nacionalismo (frotamientos) y de éste al orgasmo profético-utópico de la independencia nacional.

!Ni más ni menos que el paraíso! Esta ideología toca a su fin porque nadie, excepto desequilibrados como Carretero o los grupos radicales de extrema izquierda marxista, quiere arriesgarse después de un cuarto de siglo aplazándolo en nombre de una presunta moderación que, en realidad, era otra cosa muy diferente. Tienen miedo a eyacular, no sea que, a renglón seguido, algunos ciudadanos indignados y armados les recuerden que provocar una guerra civil tiene su precio.

Jaume Farrerons
11 de septiembre de 2009

 

dijous, de setembre 10, 2009

Mi trayectoria de "derechista" y "chaquetero"


Mi primera militancia política siendo todavía menor de edad fue en las Joventuts Socialistes de Catalunya, de donde salí "pitando" al cabo de unos meses ante el ambiente de mezquindad y oportunismo que allí se respiraba (eran los primeros años de la transición y la cerdada progre se estaba repartiendo el pastel). Así que, a todos los efectos, puedo afirmar que de hecho procedo de la Falange Auténtica (hedillista) donde forjé mi sensibiliad política como militante patriota y antifranquista a los 16 años de edad. Rechazo por principio a la extrema derecha y desde la fundación de la asociación cultural ENSPO en el año 1984 me defino como nacional-revolucionario hispánico y europeo. La asociación ENSPO es calificada de antirracista, anticapitalista y antimarxista por la Enciclopedia Catalana. Mi madre es comunista y mi padre estuvo preso en un campo de concentración de Franco (precisamente en Cervera), donde fue maltratado y expoliado por los "nacionales" a pesar de ser una persona apolítica.


Intenté fundar un partido NR con la Plataforma Nueva Europa (1988), en la que me alié con el ex trotskysta Juan Colomar, pero los ultraderechistas Milá y Moreno reventaron el proyecto. Decepcionado, y después de algunos intentos fallidos con Tercera Vía Solidarista, decidí adquirir experiencia política fuera del área, porque lo que no quería era mezclarme con ultras o falsos NR. Milité, buscando conocimientos prácticos, en el PP (seis meses), CiU (un año, por motivos relacionados más bien con mi trabajo como funcionario de prisiones y con el tema de los malos tratos a presos que por cuestiones estrictamente políticas) y Acció Alternativa (un partido trotskysta). Redacté el programa de Alternativa Europea (continuación de TVS) por esas mismas fechas, pero no me integré en el partido por la excesiva presencia de skins y ultras, que representan para mí el enemigo absoluto (más que los partidos parlamentarios). De todo esto hace más de 15 años.

Se me reprocha que haya militado en organizaciones políticas del sistema, pero no habiendo opciones NR, cualquier partido parlamentario está más a la izquierda que cualquier grupúsculo ultraderechista. Militar en un partido del sistema, les guste o no les guste a los gurús de la ultra, es más "progresista" que mlitar en un partido de extrema derecha sea cual sea su sigla. Si he tenido mis dudas y escrúpulos con AE y el MSR, ¿qué decir de cosas como Fuerza Nueva, España 2000 o Democracia Nacional?


Mi siguiente actuación política fue como "ideólogo" de la Plataforma per Catalunya en su fase fundacional (2002). Redacté el programa del partido a fin de evitar que el tema inmigración cayera en manos de la ultraderecha pura y dura, pero tuve que conformarme con una mera transversalidad, esperando que en el futuro una oportunidad me permitiera orientarlo hacia la izquierda nacional. Lo que salió de allí es un populismo que, precisamente, está vacío de toda ideología, y mi programa no sólo no se cumplía, sino que era pisoteado con la defensa abierta que Anglada hacía del racismo y la xenofobia como etiquetas que nos permitían publicitarnos en los medios de comunicación. Harto de los fachas allí enquistados, que sabotearon mi candidatura a la alcaldía de Barcelona porque yo no era para ellos lo suficientemente "nazi", abandoné la PxC en 2003:




Posteriormente intenté que el magma de los primeros días de Ciutadans como asociación (no era un partido) derivara hacia una asamblea general abierta para, en ese marco incontrolado por la oligarquía, poder plantear los temas tabú del sistema: inmigración, corrupción política, tortura en las cárceles, globalización. Incluso le pedí a Llopart, dirigente del MSR, que me ayudara entrando en el proyecto con el fin de, al menos, poder influir en las bases y provocar una escisión de izquierda nacional, pero Ciutadans se montó desde arriba, vetaron la asamblea y expulsaron a algunos de los militantes de izquierdas que la reclamaban, por ejemplo la coordinadora de la agrupación local de Terrassa. Cuando me solidaricé con ellos, fui baneado del foro interno y me di de baja inmediatamente de la asociación. Francesc de Carreras mintió a la prensa diciendo que me habían expulsado, porque todavía conservo el e-mail con mi renuncia. La evolución posterior de Ciutadans ha confirmado todas mis predicciones, que publiqué en un artículo en El Punt:




Nunca milité, por tanto, en el partido liberal que surgió de dicha asociación cultural pilotado por el burgués Francesc de Carreras y su testaferro Pepe Domingo.


En verano del 2006, me integré en el Partido Nacional Republicano (PNR), cuya ideología socialista comparto, pero cuya estrategia sectaria y extraparlamentaria considero estéril. Con todo, intenté presentar una candidatura de izquierdas alternativa a la de Anglada en las municipales de Vic. Incluso aparecieron artículos en la prensa local donde se calificaba el proyecto como el primer intento de enfocar el problema de la inmigración desde una perspectiva izquierdista:




Pero en el último momento el PNR se echó atrás y me dejó tirado ante la prensa que me había apoyado, así que me di de baja por una cuestión de dignidad personal. No puede decirse que no haya dado la cara por la causa NR, pero los populistas son unos oportunistas que sólo buscan "carguillos" en el sistema, mientras que los radicales terminan actuando como conspiradores blanquistas incapaces de afrontar el bautismo de fuego mediático de una contienda electoral. Ni una cosa, ni la otra.



En el 2007 me uní a la escisión de la PxC que se produjo en Lleida con el fin, lo repito, de refundar la Plataforma per Catalunya como proyecto de izquierda nacional. Redacté el programa del Partit per Catalunya y definí la organización como partido de los trabajadores (los usuarios pueden comprobar este dato entrando en la web del PxCat). El programa en cuestión fue aprobado el 13 de enero de 2009 en el Congreso Fundacional. Sin embargo, ya en las autonómicas empezaron los choques con Figuerola cuando envié notas de prensa presentando al partido como proyecto de centro-izquierda (mi intención era llegar gradualmente a posiciones de izquierda nacional pura y dura, sin complejos):




Figuerola, cuando se dio cuenta, retiró de la web los textos en los que aparecía dicha palabra "maldita". L'esquerra és el dimoni. En el Consejo Nacional de verano de 2008 lo intenté de nuevo. Así, presenté una ponencia explicando que los trabajadores eran los principales perjudicados por la actual política de inmigración; no podíamos definirnos como partido de centro liberal porque el liberalismo es el principal promotor de la inmigración y el centrismo se corresponde sociológicamente con las clases medias, no con la masa de "mano de obra sin cualificación", pero es que además precisamente las clases medias se benefician de la inmigración tanto o más que la alta burguesía capitalista. El debate se hizo imposible porque Figuerola lo bloqueó y el resto del año se consumió en un impasse, calma chicha que culmina con la nota de prensa que el semianalfabeto presidente del PxCat envía por su cuenta a los medios apoyando la masacre de Gaza (10 de enero de 2009). Figuerola no firma el comunicado a su nombre, sino que lo atribuye a toda la ejecutiva, a pesar de que yo formo parte de la misma como secretario de prensa y no he sido informado. En ese momento (13 de enero de 2009) dimito de mis cargos en solidaridad con los palestinos. Figuerola no me dejó otra elección. Cuando el MSR decide apoyar a Figuerola, quedan también rotas mis relaciones con Llopart y me quedo sin poder publicar mi tesis doctoral, que iba a aparecer en Ediciones Nueva República como una fundamentación filosófica de los valores nacional-revolucionarios.


No explico en este post mi trayectoria como sindicalista en defensa de los derechos humanos de los funcionarios y de los reclusos en las cárceles catalanas, ni mi enfrentamiento (que termina en los tribunales) con los sindicatos de carceleros y torturadores de la extrema derecha de siempre. Dado que soy un "oportunista" y un "chaquetero", supongo que el enorme precio personal (un divorcio, 7 querellas criminales, enfermedad, mobbing, ostracismo profesional) que he pagado por no convertirme en un funcionario corrupto al servicio del sistema carece de importancia. Sin embargo, los interesados en ese aspecto de mi actividad pública pueden entrar en la web de Adecaf, que tiene ya tras de sí más de 13 años de brega y no ha dejado de denunciar ni un solo día los malos tratos carcelarios, la corrupción, la mentira, la incompetencia y las vergonzantes manipulaciones de la ultraderecha catalanista en el poder:




Informe contra la extrema derecha carcelaria que apareció en los medios de comunicación:




Artículo de prensa haciéndose eco de nuestro informe (que provocó un debate parlamentario):




Artículo de prensa citando a Adecaf como asociación de funcionarios autora del informe:




La pregunta es: ¿algún derechista se deja la piel reivindicando los derechos humanos de los reclusos? ¿Algún chaquetero sacrifica su carrera profesional por esa causa? ¿Algún "trepa" del populismo xenófobo al uso lleva 30 años enfrentado a la puta extrema derecha? Se trataría de preguntas elementales para los que sepan lo que significa la palabra decencia.

Jaume Farrerons
10 de septiembre de 2009

NOTA. Esta entrada se publicó en respuesta a unas injurias aparecidas en el Foro Frente Negro, el cual fue finalmente suprimido por el propio servidor a causa de las dudosas actuaciones de sus administradores.