Anglada borracho después de una agresión.
Inicio con esta entrada una serie de reflexiones críticas sobre Josep Anglada.
Mi fundamento es el conocimiento directo del personaje. Nadie va a negarme eso. A quien ose hacerlo le mostraré las decenas de emails -entre otros documentos- que operan aquí como "piezas de convicción" irrefutables. Por ejemplo, mensajes en los que Anglada reconoce que el último congreso de PxC fue un montaje y vulneraba gravemente los estatutos del viejo partido. Pero ese fraude lo organizó el propio Anglada, a la sazón presidente de Plataforma per Catalunya. Es falso que el Consell Executiu de PxC administrara la organización. Anglada hacía y deshacía a su antojo y el error de sus colaboradores fue aceptar por cobardía e interés este régimen humillante hasta que ha sido ya demasiado tarde. Yo nunca me he sometido a Anglada, en cambio he sido leal dentro del marco normativo. Dimití en 2003 como secretario general y he vuelto a apartarme de él hace apenas quince días. Pero la ejecutiva de PxC le tenía miedo a Anglada; hablo de miedo físico, de temor ante una posible agresión. Las razones eran bien fundadas y Anglada se jacta con chulería en Alerta Digital -espectáculo vergonzante- de su estilo de matón barriobajero. La valentía nada tiene que ver con eso.
Ha llegado la hora de rendir cuentas. Anglada cree que sus oportunismos, deslealtades y traiciones le van a salir gratis, porque considérase más listo que un zorro. Pero Anglada debería mirar atrás, ponderar el precio que ha pagado por no ser honesto, por mentir, engañar y encarnar, en una palabra, la figura de un pillo de picaresca. Altísimo precio: el descrédito total que sólo un extraño interés de la casta política no convalida como muerte civil. Anglada pretende que lucha contra los políticos profesionales corruptos pero se presenta a unas elecciones municipales con cuatro imputaciones penales. Ahora bien, si yo denuncio a Anglada en la prensa de Vic por haber traicionado los Estatutos de PDxC y defraudado el giro a la izquierda nacional que dicha norma legal establece como mandato, los peores enemigos periodísticos de Anglada se apresuran a censurar la noticia. Tiene que ser una pelea por el control de PDxC, una nueva división dentro de la extrema derecha, no lo que ha sido realmente: la ruptura por cuestiones ideológicas entre la ultraderecha tradicional y la izquierda nacional.
A Josep Anglada lo promueve el propio sistema oligárquico en los medios de comunicación para que se convierta en la antena y banderín de enganche del llamado movimiento identitario. Todo ello con una única finalidad: desprestigiar completamente nuestra causa, mantenerla presa del eterno estigma de la extrema derecha, el racismo, la xenofobia..., es decir, lo más alejada posible de la gran mayoría de trabajadores perjudicados por la política neoliberal de inmigración. Unas gentes, nuestros compatriotas, a las que Anglada califica de populacho mientras se pasea en su Mercedes comprado no se sabe con qué dinero.
Para tales fines difamatorios la figura de Anglada resulta, en efecto, muy útil. Anglada suma a los parámetros generales del gueto ultra unas características particulares infames que han quedado reflejadas en el historial judicial del energúmeno: querellas criminales e imputaciones o condenas por injurias, agresiones, estafa, apropiación indebida, incitación al odio, sanciones por conducción bajo los efectos del alcohol, incluso denuncias de su propio hijo por maltrato en el ámbito familiar. ¿Alguien da más?
Las acciones y omisiones de los periodistas ya me han hecho sospechar esto en repetidas ocasiones. Mi conclusión es ahora firme: nada temen más estos lacayos de la casta política que la aparición en el foro de personas honestas y preparadas con un ideario crítico que cuestione la política de inmigración y mestizaje a escala mundial promovida por las élites financieras. Por Sión. En lugar de ello, las empresas periodísticas del capital han fabricado un payaso mediático, una Belén Esteban de la ultraderecha, que cubra de inmundicia tales virtualidades políticas. Ese individuo se llama Josep Anglada.
Quedaba la posibilidad de jugarles una mala pasada a los periodistas, a los banqueros y a los políticos oligárquicos: que el propio Anglada evolucionara hacia posiciones más "presentables", por decirlo así, hasta que él mismo eligiera el momento para retirarse discretamente de la escena. La construcción de un perfil renovado sólo podía basarse, sin embargo, en una evolución y convicción real del propio Anglada, en una reflexión crítica sincera sobre las causas de sus limitaciones culturales, errores ideológicos y repetidos fracasos tácticos.
Nosotros hemos creído en esa posibilidad de regeneración política. Nos hemos "quemado" intentando llevarla a la práctica porque pensábamos que Anglada, después de la expulsión de PxC, sería capaz de entender que algo no funcionaba en sus habituales pautas de conducta. Le hemos apoyado no sólo políticamente, sino a nivel personal. Ha llorado en nuestro hombro. Nos ha prometido cambiar. Pero todo era mentira. Tan pronto cuanto nuestro esfuerzo lo ha sacado del pozo para ponerlo de nuevo en circulación, la palestra mediática, incluso un lugar insignificante como Alerta Digital, se ha encargado de hacerle olvidar las pocas cosas que había aprendido en los duros días de las trincheras de invierno. El sonido de las monedas de Ariza, el supuesto milagro de un abogado -salido repentinamente de las sombras y al servicio de oscuros intereses- que le ofrece restablecer su credibilidad en calidad de víctima de un presunto atentado, han hecho retroceder a Anglada a la etapa más megalomaníaca anterior al 8 de febrero de 2014.
Anglada ha tenido la oportunidad de implementar un giro radical rompiendo, en primer lugar -requisito insoslayable-, con la extrema derecha. Pero Anglada es un ultraderechista empetrecido y, además, está enamorado de sí mismo. No cree que tenga que hacer autocrítica alguna. No es capaz de aprender. Si le das un texto ideológico, ni siquiera se lo lee. Para él, la causa identitaria es el propio Anglada, no una idea, doctrina o valor ético. No evoluciona. Carece de intelecto, de principios, de contenidos; es todo imagen, cartón-piedra, ignorancia llevada hasta el analfabetismo funcional. Y enfermiza autoadoración. No tiene amigos. Se cree en serio, Anglada, tocado por la divinidad, elegido por Dios para echar a los moros y, por tanto, nada dispuesto a reconocer que en realidad es un repelente universal puesto en los platós para estigmatizar a las personas honestas y capacitadas que luchan contra el imperio de la oligarquía sionista. No vale la pena, en definitiva, perder ni un minuto más con Anglada. Digo esto desde una experiencia personalísima, es decir, como fuente de primera mano. Y lo publico sin ninguna intención polémica con Anglada, sólo por el bien de la causa que defendemos quienes nos definimos a la vez como socialistas y nacionalistas; quienes entendemos que únicamente podrá construirse el socialismo sobre el fundamento de la soberanía nacional democrática y el sentimiento patrio, entre otros principios ético-políticos.
En este sentido, sería imperdonable que los propios militantes identitarios aceptaran ser como pequeños Angladas, negándose a hacer el urgentísimo giro social y la autocrítica que el mismo Anglada, por ridícula vanidad personal e inepcia política y cultural profunda -irreversible ya a los 55 años de edad- es incapaz de realizar. La política neoliberal de inmigración sólo puede combatirse desde posiciones de izquierda: no contra el inmigrante individual, sino contra los poderes occidentales que importan y exportan carne humana para reventar el precio del trabajo autóctono. O que financian bajo mano el terrorismo islámico para justificar las intervenciones armadas de Washington e Israel. !Ellos, y no nosotros, son los racistas del pueblo escogido!
Quienes no vean en Anglada el retrato de la extrema derecha, más incluso: su patética caricatura, hinchada interesadamente por los medios de comunicación sistémicos para conducirnos a todos a la ruina, es que están ciegos porque ellos mismos forman parte de la plaga.
Pero otros camaradas comienzan a despertar: a tales personas nos dirigimos con el fin de emprender un nuevo camino.
Jaume Farrerons
La Marca Hispánica, 22 de febrero de 2015
Inicio con esta entrada una serie de reflexiones críticas sobre Josep Anglada.
Mi fundamento es el conocimiento directo del personaje. Nadie va a negarme eso. A quien ose hacerlo le mostraré las decenas de emails -entre otros documentos- que operan aquí como "piezas de convicción" irrefutables. Por ejemplo, mensajes en los que Anglada reconoce que el último congreso de PxC fue un montaje y vulneraba gravemente los estatutos del viejo partido. Pero ese fraude lo organizó el propio Anglada, a la sazón presidente de Plataforma per Catalunya. Es falso que el Consell Executiu de PxC administrara la organización. Anglada hacía y deshacía a su antojo y el error de sus colaboradores fue aceptar por cobardía e interés este régimen humillante hasta que ha sido ya demasiado tarde. Yo nunca me he sometido a Anglada, en cambio he sido leal dentro del marco normativo. Dimití en 2003 como secretario general y he vuelto a apartarme de él hace apenas quince días. Pero la ejecutiva de PxC le tenía miedo a Anglada; hablo de miedo físico, de temor ante una posible agresión. Las razones eran bien fundadas y Anglada se jacta con chulería en Alerta Digital -espectáculo vergonzante- de su estilo de matón barriobajero. La valentía nada tiene que ver con eso.
Ha llegado la hora de rendir cuentas. Anglada cree que sus oportunismos, deslealtades y traiciones le van a salir gratis, porque considérase más listo que un zorro. Pero Anglada debería mirar atrás, ponderar el precio que ha pagado por no ser honesto, por mentir, engañar y encarnar, en una palabra, la figura de un pillo de picaresca. Altísimo precio: el descrédito total que sólo un extraño interés de la casta política no convalida como muerte civil. Anglada pretende que lucha contra los políticos profesionales corruptos pero se presenta a unas elecciones municipales con cuatro imputaciones penales. Ahora bien, si yo denuncio a Anglada en la prensa de Vic por haber traicionado los Estatutos de PDxC y defraudado el giro a la izquierda nacional que dicha norma legal establece como mandato, los peores enemigos periodísticos de Anglada se apresuran a censurar la noticia. Tiene que ser una pelea por el control de PDxC, una nueva división dentro de la extrema derecha, no lo que ha sido realmente: la ruptura por cuestiones ideológicas entre la ultraderecha tradicional y la izquierda nacional.
A Josep Anglada lo promueve el propio sistema oligárquico en los medios de comunicación para que se convierta en la antena y banderín de enganche del llamado movimiento identitario. Todo ello con una única finalidad: desprestigiar completamente nuestra causa, mantenerla presa del eterno estigma de la extrema derecha, el racismo, la xenofobia..., es decir, lo más alejada posible de la gran mayoría de trabajadores perjudicados por la política neoliberal de inmigración. Unas gentes, nuestros compatriotas, a las que Anglada califica de populacho mientras se pasea en su Mercedes comprado no se sabe con qué dinero.
Para tales fines difamatorios la figura de Anglada resulta, en efecto, muy útil. Anglada suma a los parámetros generales del gueto ultra unas características particulares infames que han quedado reflejadas en el historial judicial del energúmeno: querellas criminales e imputaciones o condenas por injurias, agresiones, estafa, apropiación indebida, incitación al odio, sanciones por conducción bajo los efectos del alcohol, incluso denuncias de su propio hijo por maltrato en el ámbito familiar. ¿Alguien da más?
Las acciones y omisiones de los periodistas ya me han hecho sospechar esto en repetidas ocasiones. Mi conclusión es ahora firme: nada temen más estos lacayos de la casta política que la aparición en el foro de personas honestas y preparadas con un ideario crítico que cuestione la política de inmigración y mestizaje a escala mundial promovida por las élites financieras. Por Sión. En lugar de ello, las empresas periodísticas del capital han fabricado un payaso mediático, una Belén Esteban de la ultraderecha, que cubra de inmundicia tales virtualidades políticas. Ese individuo se llama Josep Anglada.
Quedaba la posibilidad de jugarles una mala pasada a los periodistas, a los banqueros y a los políticos oligárquicos: que el propio Anglada evolucionara hacia posiciones más "presentables", por decirlo así, hasta que él mismo eligiera el momento para retirarse discretamente de la escena. La construcción de un perfil renovado sólo podía basarse, sin embargo, en una evolución y convicción real del propio Anglada, en una reflexión crítica sincera sobre las causas de sus limitaciones culturales, errores ideológicos y repetidos fracasos tácticos.
Nosotros hemos creído en esa posibilidad de regeneración política. Nos hemos "quemado" intentando llevarla a la práctica porque pensábamos que Anglada, después de la expulsión de PxC, sería capaz de entender que algo no funcionaba en sus habituales pautas de conducta. Le hemos apoyado no sólo políticamente, sino a nivel personal. Ha llorado en nuestro hombro. Nos ha prometido cambiar. Pero todo era mentira. Tan pronto cuanto nuestro esfuerzo lo ha sacado del pozo para ponerlo de nuevo en circulación, la palestra mediática, incluso un lugar insignificante como Alerta Digital, se ha encargado de hacerle olvidar las pocas cosas que había aprendido en los duros días de las trincheras de invierno. El sonido de las monedas de Ariza, el supuesto milagro de un abogado -salido repentinamente de las sombras y al servicio de oscuros intereses- que le ofrece restablecer su credibilidad en calidad de víctima de un presunto atentado, han hecho retroceder a Anglada a la etapa más megalomaníaca anterior al 8 de febrero de 2014.
Anglada ha tenido la oportunidad de implementar un giro radical rompiendo, en primer lugar -requisito insoslayable-, con la extrema derecha. Pero Anglada es un ultraderechista empetrecido y, además, está enamorado de sí mismo. No cree que tenga que hacer autocrítica alguna. No es capaz de aprender. Si le das un texto ideológico, ni siquiera se lo lee. Para él, la causa identitaria es el propio Anglada, no una idea, doctrina o valor ético. No evoluciona. Carece de intelecto, de principios, de contenidos; es todo imagen, cartón-piedra, ignorancia llevada hasta el analfabetismo funcional. Y enfermiza autoadoración. No tiene amigos. Se cree en serio, Anglada, tocado por la divinidad, elegido por Dios para echar a los moros y, por tanto, nada dispuesto a reconocer que en realidad es un repelente universal puesto en los platós para estigmatizar a las personas honestas y capacitadas que luchan contra el imperio de la oligarquía sionista. No vale la pena, en definitiva, perder ni un minuto más con Anglada. Digo esto desde una experiencia personalísima, es decir, como fuente de primera mano. Y lo publico sin ninguna intención polémica con Anglada, sólo por el bien de la causa que defendemos quienes nos definimos a la vez como socialistas y nacionalistas; quienes entendemos que únicamente podrá construirse el socialismo sobre el fundamento de la soberanía nacional democrática y el sentimiento patrio, entre otros principios ético-políticos.
En este sentido, sería imperdonable que los propios militantes identitarios aceptaran ser como pequeños Angladas, negándose a hacer el urgentísimo giro social y la autocrítica que el mismo Anglada, por ridícula vanidad personal e inepcia política y cultural profunda -irreversible ya a los 55 años de edad- es incapaz de realizar. La política neoliberal de inmigración sólo puede combatirse desde posiciones de izquierda: no contra el inmigrante individual, sino contra los poderes occidentales que importan y exportan carne humana para reventar el precio del trabajo autóctono. O que financian bajo mano el terrorismo islámico para justificar las intervenciones armadas de Washington e Israel. !Ellos, y no nosotros, son los racistas del pueblo escogido!
Quienes no vean en Anglada el retrato de la extrema derecha, más incluso: su patética caricatura, hinchada interesadamente por los medios de comunicación sistémicos para conducirnos a todos a la ruina, es que están ciegos porque ellos mismos forman parte de la plaga.
Pero otros camaradas comienzan a despertar: a tales personas nos dirigimos con el fin de emprender un nuevo camino.
Jaume Farrerons
La Marca Hispánica, 22 de febrero de 2015
10 comentaris:
Totalment d'acord amb el comunicat del Sr. Farrerons.
Ara que s'ha fet una mica de neteja, m'agradaria saber si la PDxC encara considera "amiga" la Marine Le Pen, l'organització de la qual (el FN) simpatitza amb Israel i el sionisme o, si més no, els fa algunes concessions. D'acord que Le Pen vol abolir la Llei Gayssot (sense oblidar altres coses amb les quals estem igualment d'acord), però no serà que és precisament per això que ha de pagar el "preu" amb aqueixa simpatia o d'aqueixes concessions, a més, qui sap, del seu distanciament, al Parlament europeu, respecte d'organitzacions com la grega Alba Daurada, que, segons el meu parer, és molt més d'esquerra nacional, a més d'antisionista (sense que això vulgui dir que s'hagi de oblidar els seus defectes, és clar)?
A veure si d'una vegada s'enceta i es desenvolupa el projecte d'esquerra nacional a Catalunya y a tot Espanya.
Salutacions cordials.
Anglada le ha mentido Sr Farrerons, no tiene 54 años, tiene 55.
Corregiremos el dato erróneo.
Ona del Mar: no podem parlar en nom de PDxC. Nosaltres no repetirem els errors de Josep Anglada. La postura envers els partits estrangers serà debatuda i resolta en coherència amb la ideologia. No podria ser d'una altra manera.
Sr. Farrerons
No me queda claro por qué ha vuelto a abbandonar la PxC. ¿No es una buena forma de luchar contra las mentiras de Anglada?
Un saludo
Farrerons no se ha dado de baja de PDxC!
Es que la página que ustedes consultan no es la página de PDxC, sino una página privada de Anglada. Todo lo que hay ahí al respecto es un conjunto de falsedades e invenciones del personaje.
Vaya hasta hace 4 días estaban ustedes dos unidos en este proyecto de "Izquierda nacional", según usted de carácter NR y ahora están enfrentados y divididos, pues sí que ha durado poco. En su día usted mismo afirmó que Anglada abandonó la PxC por la influencia de la presencia ultraderechista en dicha organización y ahora por lo que he leído en el texto de la entrada usted lo califica de ultraderechista.
Deberían de aclararse un poco y definir con más claridad los conceptos.
Aquí no se ha dicho nunca que Anglada abandonara la PxC. A Anglada le expulsaron. En todo caso, es Anglada quien debe aclararse, no Jaume Farrerons.
Hola a tothom, soc Joan M Mensa, soc de Vic i per a mes INRI soc el fundador i actual President de PDxC.
El que diu i expresa aqui el Sr Farrerons en puc donar fe de la seva total veracitat, ja que al "Sr" Anglada se li va demanar i pregar que fes un gir a l'esquerra en una reunió en un conegut restaurant de Vic (l'àpat aquell dia el va pagar el Sr Farrerons) erem 8 o 9 persones i li va costar uns 150 € el compte complert. Anglada es incapaç de fer un convit així (Va pactar amb Ariza per diners venent-se la identitat catalana, es un apàtrida total)
El "Sr" Anglada va prometre i reprometre que si (estava apurat politicament) i amb el temps es van esdevenir tota una sèrie de fets que van comportar la ruptura definitiva amb la PDxC (acusant-me a mi de traïdor)
Respecte a la seva expulsió, Anglada ha remogut cel i terra i al capdevall ha renunciat a la PxC per a formar una nova formació molt en secret (no es refia ni de la seva ombra)
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